Desde
la caída del gobierno Berlusconi y la toma de posesión en el cargo de MarioMonti, el 16 de noviembre de 2011, Italia está viviendo bajo una democracia que
podemos definir, cuanto menos, anómala.
Los
italianos, que habían elegido a través de elecciones democráticas a un gobierno
de centro-derecha, ya no se fían de su propia clase política. Mientras, un
gobierno de técnicos, establecido sin elecciones populares, está conduciendo el
país por el terremoto económico y financiero que ha sacudido toda Europa.
Desde
entonces, Italia ha recuperado buena parte de su credibilidad frente a los
mercados extranjeros y los demás miembros de la Unión Europea. Y esta confianza
se ha generado, in primis, gracias al
nuevo Premier y, en segundo lugar,
por las drásticas medidas adoptadas por el actual gobierno. Los recortes a la
sanidad, la educación y las jubilaciones son sólo algunos ejemplos. Sin embargo, los ciudadanos, conscientes de la necesidad de
remangarse la camisa para el bien común, apoyan de forma decidida esta tecnocracia que, en pocos meses, ha hecho más que cualquier otro gobiernos en 5
años. “Tenemos un tiempo limitado, afrontamos los problemas con seriedad, escuchando
la opinión de todos, pero no podemos discutir infinitamente, necesitamos
soluciones concretas ya”, son las palabras pronunciadas por Elsa Fornero,
Ministro del Trabajo.
La
mayoría de los italianos espera que este gobierno siga hasta después de 2013,
fecha prevista para la convocación de nuevas elecciones, a las que se
presentarán las mismas caras de siempre. Monti es el profesor que ha decidido
aceptar un cargo de responsabilidad en la peor situación, renunciar a su
salario como premier, pagar las tasas sin evadir. A la propuesta de Casini de
postularse como nuevo leader del partido UDC, Monti ha expresado su más firme
deseo de regresar a la enseñanza universitaria, una vez terminado su mandato. Hacia
tiempo que los italianos esperaban una señal fuerte, una posibilidad de rescate
y de salida de la situación establecida por “la casta”.
De
esta forma, actualmente, la política italiana se debate en dos arenas
completamente distintas: por un lado Monti y sus ministros, por otro los partidos políticos.
Estos últimos ya no gozan de credibilidad, sean de derechas o de izquierdas.
Los italianos, acostumbrados a un grotesco espectáculo mediático entre
personalidades políticas, ya no encuentran interesantes las exageradas
exhibiciones verbales dirigidas a generar clamor.
Beppe Grillo, Movimento 5 Stelle, después de las elecciones |
Este
fenómeno se ha extendido por toda Italia, sin distinción entre regiones, desde
siempre identificadas con una ideología u otra. Las administrativas, que se
celebraron el pasado fin de semana, pusieron de manifiesto la voluntad de
cambio y la común desafección hacia los partidos convencionales.
Las
listas ciudadanas han prevalecidos, así como ha engrosado sus filas de votantes
el partido del Movimiento Cinque Stelle del cómico Beppe Grillo. Es la primera
vez, desde la fundación del movimiento, que un candidato consigue la alcaldía
de una provincia. ¿Auspicios de un cambio largamente esperado?
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